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Circo I y II, por que para el pan no alcanza

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Mientras el Gobernador Gustavo Saenz reclamaba frente a la casa rosada como un manifestante más, en el movistar arena Javier Milei hablaba del milagro de gestión.

El gobernador de Salta, Gustavo Sáenz, protagonizó una manifestación simbólica frente a la Casa Rosada para exigir que el Gobierno nacional ejecute las obras públicas que tiene pendientes en la provincia.
Con el poncho salteño  y acompañado por dirigentes y músicos locales dijo: “No quiero comer milanesas con Milei, quiero que se hagan las obras”. Guillermo Francos, jefe de Gabinete nacional, bajó a saludarlo y llamó a trabajar “en conjunto”.
Además exigió que se cumplan los compromisos referentes a infraestructura, rutas, saneamiento, plantas de tratamiento y otros proyectos acordados con Nación.
Sáenz recordó que esos convenios datan de 2024, ratificados nuevamente en 2025, pero que hasta ahora muchas de esas obras nunca comenzaron o quedaron paralizadas. Entre las obras mencionadas están la planta depuradora para el sur de la capital, la Ciudad Judicial de Orán, cole­ctoras de efluentes en Cafayate, rutas como la 9/34, 40, corredores bioceánicos y el gasoducto de los Valles Calchaquíes.
Aclaró que su posición incomoda a la “grieta”, pues demanda recursos e igualdad para una región históricamente postergada, el norte “se muere” de espera por rutas, hospitales y servicios.

Mientras tanto Javier Milei, con rechazo transversal en la oposición quienes lo describen como un papelón, mamaracho y freak show, presentó su libro en el Movistar Arena, “La Construcción swl Milagro”
El presidente que tuvo una semana inusual y movidita, con la baja de Luis Espert primer candidao, subió al escenario con una banda. Mientras él entonaba canciones, el elegido para presidir la Comisión de Presupuesto Bengas Lynch, tocaba la batería y una diputada Lilia Lemoine, hacía los coros.

Diputados de la Coalición Cívica, de otros bloques opositores, lo criticaron duramente: lo tildaron de espectáculo vacío, “pan y circo mientras el país arde” y falta de respeto hacia quienes atraviesan dificultades.

También se señalaron contradicciones simbólicas: mientras el país debate recortes, inflación y crisis industrial, el presidente elige un acto con estética de show. Algunos legisladores afirmaron que este tipo de presentaciones dañan la institucionalidad y contribuyen a polarizar más que a gobernar.




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